La Olmeda

                            La Olmeda

¡Hola, adictos a Tarracomientos! En la presente entrada dejamos las tierras de lo que hoy es Castilla La-Mancha y nos trasladamos al norte de España, concretamente a Pedrosa de la Vega. Os preguntaréis ¿Qué se nos ha perdido allí? Muy sencillo, en este diminuto municipio se encuentra la famosa villa de la Olmeda, la cual muchos especialistas la consideran como una de las más importantes de la península. Para ello es necesario marcharnos al norte de Palencia en Castilla y León, en el fértil paraje de la vega del río Carrión, poco después de que éste atravesase la Cordillera Cantábrica. Como es sabido estamos en una zona geográfica donde el clima es extremo, los inviernos gélidos en los cuales las nevadas y las heladas son casi constantes, dan paso a veranos abrasadores, algo propio del clima meseteño. Estos rigores influyeron, qué duda cabe, en la actividad de la villa, ya que como cualquiera podría pensar el olivo cuyo límite septentrional en Castilla se circunscribe a Ávila y Segovia, y el vino resiste mal estos fríos invernales que superan si cabe a los de Clunia aunque algo debería haber qué duda cabe, serían el cereal y el ganado los que cobraran mayor protagonismo.
Si tuviéramos que escoger un marco cronológico, sería entre el siglo I d.C y finales del siglo IV, cuando al parecer la explotación fue destruida por un incendio. Se diferencia de la mayoría de villae (plural de villa en latín) que hayáis leído previamente en que de La Olmeda se conoce la totalidad de sus estancias, de ahí que ya esté a día de hoy musealizada, aunque siempre en estos temas no vienen mal que nuevos hallazgos aquí o en las proximidades contribuyan a aportar luz y nos ayuden a profundizar aún más en su conocimiento.
En el año 1968 Javier Cortés, un labrador local en el proceso de realización de las actividades de labranza (otra vez más, un hallazgo casual), dio con los primeros restos de nuestro yacimiento, pero como en tantas y tantas ocasiones se ha podido plantear en otros anteriores, amenazaba con caer en el olvido. Todo ello cambió en 1980 cuando el descubridor del yacimiento vendió las tierras en cuestión a la Diputación de Palencia (no hay que olvidar que por entonces España aún estaba en el proceso de construcción del régimen autonómico), entre esta fecha y 2004, tuvieron lugar las excavaciones, las cuales finalizaron con la excavación de las termas y su puesta a disposición al público, en 2009 finalmente todo el proceso concluyó con la musealización del yacimiento de la misma manera a como se hizo en Almenara de Adaja o con la Villa de las Musas en Arellano (Navarra).
Anteriormente siempre se ha dicho que las villas romanas disponen de tres partes: pars urbana, pars rustica y pars fructuaria; pero lo cierto en este caso, es que la última de ellas carece de importancia ya que únicamente se han encontrado almacenes, seguramente donde se almacenaba el grano recogido de la siega en las proximidades (no hay que olvidar tampoco que estamos en una zona cerealista de primer orden) principalmente trigo, todo ello combinando con abundantes tierras de pinares que entonces eran mucho más extensas que ahora.
La pars urbana contaba con una extensión del orden de 3000 m2, curiosamente flanqueando sus cuatro esquinas se colocaron torres de vigilancia, esto es algo insólito que era propio en aquellas poblaciones o villae en nuestro caso que no se veía en áreas más meridionales. Todo ello tenía una explicación bastante lógica, sobre todo si tenemos en cuenta, que al otro lado de la montaña se encontraban los cántabros, un pueblo inhóspito y combativo que solía prodigarse en la realización de incursiones en las tierras situadas al sur. Algo que solo se frenaría con el final de las guerras cántabras reinando Augusto ya. No parece que sea necesario volver a repetir la influencia del clima en sus estancias, de hecho, se han encontrado restos de hypocaustum (sistema de calefacción como el empleado en las balnea), además, estas habitaciones se orientaban hacia el sureste menos frío que el norte lógicamente, lo cual era bastante necesario si se quería superar lo mejor posible los rigores del invierno. En la parte más septentrional del espacio dormían los siervos empleados en las tareas domésticas. El peristilo o patio central porticado al que daban acceso las instalaciones de la villa en cuestión, prestaban especial énfasis el oecus o sala principal de la casa donde tenían lugar los banquetes o triclinium, dentro de la cual se encontraban mosaicos importantes de los que se hablará posteriormente. Gran parte de las estancias de la domus, se realizaban en opus signinum (mortero de cal, ladrillo y arena)  
Según entramos en La Olmeda, atravesamos un pasillo por el que accederemos al peristilo y si giramos hacia el oeste por un corredor de mayor tamaño llegaremos a las balnea o baños privados de la vivienda (ocupaban una superficie de 900 m2), que eran usados por el dominus, su familia y los selectos invitados que acudían de visita. A pesar de que como se ha dicho anteriormente en 2004 se abrieron los baños para que el público pudiera visitarlos, hasta 2010 no se descubrió una estancia significativa de todo balneum, como es el caldarium o sala de baño caliente. Según se accede desde el peristilo a este recinto el individuo llegaba al apodyterium o lugar que funcionaba al modo que nuestros actuales vestuarios, una vez que ya estaba listo accedía a la palaestra un lugar que podía ser empleado tanto como preparación para los posteriores baños, como a modo de descanso, tras ello venían las tradicionales estancias del frigidarium (baño frío), el tepidarium (área templada) y el caldarium (baño caliente). En el balneum, el opus signinum explicado poco antes también era muy común, así como mosaicos, de los cuales al final se incluirán algunos ejemplos.
Una vez completado lo anterior es hora de regresar a la vivienda propiamente dicha, y no para algo totalmente baladí, sino todo lo contrario, para hablar del mosaico de Aquiles en la isla de Skyros. Para ello es necesario entrar en el oecus que es donde se encuentra la pieza. La obra narra un relato mitológico de la Grecia clásica, en el cual Tetis obtiene del oráculo la certeza de que su hijo morirá en la guerra de Troya, por tanto, opta por esconderlo en la isla que da nombre al mosaico, por otra parte, Ulises recibe del oráculo la certeza de que no ganarán la guerra sin Aquiles. Este rocambolesco episodio se salda con la marcha del propio Ulises a Skyros para llevarse a Aquiles, éste cuando ve las armas que le ofrece el primero, sin pensarlo las empuña y este instante el que inmortaliza el mosaico.
Finalmente, para terminar, Castilla y León optó por proteger la estructura del yacimiento, de las condiciones atmosféricas, las cuales pudieran castigar duramente a los mosaicos que se conservan en ella así como las estancias propiamente dichas ante la erosión de los agentes externos, y también darlo a conocer la ciudadanía, ya que nunca debe olvidarse que la divulgación de lo investigado debe ser una de las finalidades básicas de todo investigador.
  

Mapa de las termas, el pasillo de la parte superior de la foto comunica el balneum con la domus. Abásolo Álvarez, José Antonio. 2012, 19.


Ejemplos de mosaicos en el área termal, en el caso de la imagen superior aparecen las pilae del hypocaustum con lo cual se refieren al caldarium.. Ibídem, 22 y 24.
Mosaico de Aquiles en Skyros.  Gómez Merino, José Luís. 2010, 19.

Museización de la villa, San Juan Febrero, Jesica. 2014, 205
Bibliografía
Abásolo Álvarez, José Antonio. 2012: “Recientes actuaciones arqueológicas en los baños de La Olmeda  (Pedrosa de la Vega, Palencia), Saldvie: Estudios de prehistoria y arqueología 11-12, 17-28.
García de Paredes, Ángela y García Pedrosa, Ignacio. 2010: “Villa romana La Olmeda” Boletín del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico 73, 88-111.
Gómez Merino, José Luís. 2010: “La villa romana La Olmeda y la mitología de uno de sus mosaicos: Aquiles en la isla de Skyros” Virtual Arqheology Review 1, 17-20.
San Juan Febrero, Jesica. 2014: “El programa arquitectónico de la Villa romana de la Olmeda: la arquitectura al servicio de la difusión del patrimonio arqueológico”, Nailos: Estudios Interdisciplinares de Arqueología 1, 193-209.



La Olmeda
Vicente Castro Martínez.

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