Almenara de Adaja

                                       Almenara de Adaja
¡Ya está aquí otra entrega de Tarracomientos!, esta vez le toca el turno a Almenara de Adaja. Si no la conocéis no os preocupéis porque dispondréis de un mapa adjunto que os permitirá ubicarla. En cualquier caso, nuestro yacimiento (en realidad su nombre es La Calzadilla), el cual alumbró esta conocida villa se encuentra al sur de la provincia de Valladolid en el municipio que da nombre al lugar, prácticamente en el límite con la de Segovia, en la Comunidad de Castilla y León. Su vinculación a Segovia antaño era muy importante ya que según la red viaria de Antonino de época bajoimperial (siglo IV), aparece como perteneciente al territorium de la localidad segoviana de Coca (entonces Cauca). 
El lugar fue descubierto por casualidad (mientras se desarrollaban labores agrícolas) en 1887, aunque en estos momentos el hallazgo se redujera únicamente a un mosaico. Pese a su descubrimiento, la villa seguiría sin ser excavada hasta los años cuarenta del siglo XX, a pesar, de que previamente se informara del hallazgo de determinados objetos, aunque sin demasiado contraste. Hasta 1942 no se descubrirían un gran número de mosaicos y excavaciones. Desgraciadamente hasta 1969 se detendría debido al traslado de su director Nieto a Madrid. En la siguiente fase que se inicia en este último año y que continúa durante las dos décadas siguientes dándose a conocer no solo la estructura de la villa, sino también unas necrópolis de época visigoda y restos de poblamientos de época neolítica, lo cual demostró que este lugar ya era conocido bastante tiempo antes de la llegada de los romanos. Finalmente, en 1997 se construyó el museo del yacimiento que puede visitarse. 
La villa en cuestión parece ser que inició su actividad en el siglo III d. C. hasta la segunda mitad del siglo IV en el cual se construyó la nueva, y continuó hasta el siglo V-pasando a estar la fachada principal en la parte oriental-, pese a lo cual es probable que continuase siendo utilizada como necrópolis, ya que se encuentran restos de época visigoda. Como en muchas ocasiones las villae romanas deben estudiarse en dos partes: época altoimperial y bajoimperial, ya que se aprecian diferencias sustanciales entre una y otra, para empezar, la suntuosidad y el lujo que caracteriza a la segunda. Dentro de lo último podrían incluirse las balnea, situadas en la parte occidental del complejo, que remplazaron a las de los primeros momentos, de menor tamaño. Disponían de las estancias tradicionales: Apodyterium (vestuario), Excusatio (letrinas), Frigidarium (baño frío), Caldarium (baño caliente). Cómo sabréis ya, el calor de las piscinas de agua caliente era aportado por un sofisticado sistema de calefacción que se denominada Hipocaustum, que mediante el calor producido en la combustión de la madera pilares subterráneos y cámaras de aire en las paredes aportaban el calor necesario a la estancia.
La parte central de la vivienda la comprendía, la pars urbana (ocupa una superficie de cerca de 2.500 m2), era el lugar donde el dominus (señor de la casa) y su familia, realizaban su vida: comían, se reunían, paseaban, dormían… Huelga decir, que las estancias de la villa, estaban distribuidas en torno a un peristilo o patio central. Un peristilo que estaba porticado y en cuyo centro probablemente hubiera una fuente para aportar frescor a la estancia. En la parte más oriental de la misma se encontraban las habitaciones, así como la cocina en cuya despensa de almacenaban tanto el grano como el aceite recogido en la propia explotación, dentro de lo que se llama pars agraria, la cual se encontraba fuera de sus muros. No se han encontrado restos fehacientes de producción vinícola, por lo tanto, sería aventurado hablar de la ubicación de la pars fructuaria. Los muros de toda la villa estaban hechos en opus caementicium (lo que actualmente se conoce como hormigón), lo cual los hacía muy resistentes.   Las habitaciones de los servus que trabajaban para la familia de la casa se encontraban en el noreste de la vivienda, la cual como es lógico contaría con elemental mobiliario para su descanso.
El aprovisionamiento de agua y el contar con una buena red de saneamiento era fundamental para el correcto desarrollo de la vida dentro de la misma, ya que no solo servía para evacuar el agua de las termas, sino que además con ocasión de las lluvias también era dirigida por una suerte de canalones al exterior de la villa. La presencia de una laguna en sus proximidades (actualmente no existe), permitía disponer de agua de manera bastante sencilla para alimentar al ganado, para nutrir los cultivos, para el desarrollo de la artesanía o, a través de pozos paliar las necesidades que hubiera dentro de la vivienda (culinarias o no), además, al ser una villa un lugar autosuficiente, se necesitaba conseguir alimentos, unos bienes que se obtenían de este humedal ya que allí acudían una fauna numerosa a beber y eran presa fácil para ser cazados. La presencia de esta laguna llamada de El Arroyuelo, posibilitaba que esta villa a diferencia de otras muchas no precisaba de poseer cisternas porque gracias a los pozos se paliaban las necesidades de agua. Las aguas fecales se evacuaban de las letrinas a través de una suerte de canal conectado con otro de mayor tamaño que partía del frigidarium, mientras que el agua de la lluvia lo hacía por un sumidero subterráneo.
Dentro del oecus (salón), más lujoso que junto con el otro tiene planta octogonal, se encuentra el famoso mosaico de Pegaso. Se encuentra en esta estancia no por casualidad, ya que es la más importante de la casa y aquella a la cual se abren las principales habitaciones. En el mosaico, aparece el legendario caballo cuidado de dos Ninfas (protectoras del agua dulce, ya que no en vano, pegasus deriva de una palabra griega que significa manantial). La escena es el centro de una composición caracterizada por patrones decorativos en forma de cenefa de color negro tras los cuales se ve la escena central separadas ambas, únicamente por un doble marco. 
También de manera accidental, como fue hallado el yacimiento más de un siglo antes, se halló recientemente una estela funeraria que ha sido datada entre los siglos III-IV y que estaba realizada sobre una caliza con gran componente de yeso, la cual, por supuesto era bastante blanda y muy sensible a la erosión, por lo que ha llegado hasta nosotros en un penoso estado de conservación. Sus dimensiones son: 28 cm de altura, 14,5 de ancho y 8,7 de grosor. Muchos especialistas en paleografía han achacado la simpleza de sus relieves rehundidos donde se sitúa la inscripción funeraria a que nos encontramos en un momento en el cual las ciudades van perdiendo importancia progresivamente y que además, para estelas funerarias de carácter cotidiano se contrataba a especialistas de los alrededores cuyo talento dejaba bastante que desear a juzgar por el resultado.
Dicho esto, ahora tenéis las imágenes para ilustrar lo aprendido y luego, una divertida actividad para completar lo aprendido ¿Os atrevéis?  
  



Excavaciones 1942 y excavaciones años 80. Ambas fotos de: Regueras Grande, Fernando. 2013, 138 y 140.

Desagüe para la evacuación del agua de lluvia en el pórtico septentrional. García Merino, Carmen y Sánchez Simón, Margarita. 2010, 199.

Estela funeraria Almenara de Adaja. García Merino, Carmen. 2008, 269.

Bibliografía:
Cuadrado Gutiérrez, Luís José. 2011: “El mosaico de Pegaso en la villa romana de Almenara de Adaja” Revista Atticus (edición impresa) 2 (junio), 80-88.
García Merino, Carmen. 2008: “Nuevos documentos epigráficos en el valle del Duero: un altar dedicado a Plutón y una estela funeraria rubricata”, Archivo español de arqueología 81 , 265-271.
García Merino, Carmen y Sánchez Simón, Margarita. 2010: “Abastecimiento de agua, saneamiento y drenaje en la villa romana de Almenara de Adaja” Saldvie: Estudios de prehistoria y arqueología 10, 189-206.

 Regueras Grande, Fernando. 2013: “La villa romana de Almenara de Adaja: más de un siglo de Historia” BSAA Arqueología 79, 131-152.

Almenara de Adaja
Vicente Castro Martínez.

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